Uno de los momentos que más me gustan de Navidad es este: el desayuno con roscón y chocolate que siempre tomamos el día de Reyes. Y, la verdad (porque no voy a mentiros), alguna que otra vez más durante estas fechas. Es lo que tiene que ahora estos bollitos ya no sean exclusivos del día de mañana. Que una no se puede resistir. No se qué tendrán, pero en casa nos encantan. Sobre todo el que está relleno de nata y, después, el que es sólo de masa (el más sosaina, vaya, pero que para mojar es insuperable 🙂 ). Eso sí, esto es a lo más sofisticado que llegamos porque las mil variedades y versiones de roscón que hay ahora (con crema, con chocolate, con cobertura de chocolate, etc.) ya no nos van tanto. Somos de los tradicionales. Y, para disfrutarlo hace unos días, así pusimos la mesa en casa por la mañana. A ver qué os parece…

Y aquí es cuándo tuve que parar de hacer fotos…

Doy fe de que el chocolate y el roscón estaban buenísimos. Haskell, casi también. 🙂 Y mañana, ¡nos espera otro de estos desayunos! Esta vez, el mejor de todos: el que, como siempre, disfrutamos en casa de mi madre abriendo paquetitos. ¿Vosotros también lo soléis tomar la mañana de Reyes? (Que sus majestades de Oriente, por cierto, os traigan muchos regalos).

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