
Hace casi dos años falleció mi padre. No vengo hoy al blog a contaros los detalles, ni mucho menos. No es mi intención ponerme triste ni poneros tristes a vosotros, así que tranquilos. Pero sí os lo comento para que podáis entender mejor lo mucho que significa para mi el detalle que hoy os muestro.
Es una ilustración bellísima (para mi, sin duda, la más bella del mundo), realizada por toda una artistaza, Raquel Aparicio, con uno de los sonetos que escribió mi padre. Un soneto igual de bello -o más- que él me dedicó y regaló por mi 30 cumpleaños. Lo cierto es que Don Pedro nunca fue de regalos físicos (ni de muchas otras cosas, la verdad), pero sí de millones de esas que valen infinitamente más. De esas, eso sí, que te obligan a aprender a ver para encontrarlas y que nunca llegarías ni a atisbar si no miras más allá de tus narices. Así era él. Todo lo suyo requería a los demás de mucho esfuerzo. A veces incluso de uno excesivo cargado de una dosis extra de comprensión, con lo que os podréis imaginar que a su lado nunca nada fue fácil, tranquilo, ni sencillo. Imagino que, quizá por eso, tuvo siempre la inmensa capacidad de empuñar versos como estos. Algo reservado tan sólo a unos pocos y de lo que él, os lo aseguro, iba sobrado.
Pero esta ilustración no sólo tiene tanto valor para mi por eso, que también. Lo tiene, además, porque uno de mis más preciados amigos en este planeta que sabe muy bien cómo se mira más allá de una nariz (sí, Óscar, ese eres tú y no te hagas el sorprendido) la encargó específicamente para mi, sabiendo entender la belleza que a veces esconden las propias complicaciones; que escondía en realidad todo lo que siempre ha salido de mi padre y que a él -por otro lado- nunca le ha sido ajeno. Su forma de decírmelo, de recordarme en un momento tan duro que con él siempre puedo contar, no pudo ser más especial, más bonita, ni más sincera para mi.
Gestos y detalles que demuestran algo así son los que hacen de la decoración de una casa, la de un hogar. Y por eso, como veis, yo lo tengo bien puesto y coronando, muy cerquita de mi cama. Es el regalo de un regalo con historias que jamás olvidaré.
Gracias papá. Gracias Óscar. Gracias Raquel.
Otras obras de Raquel Aparicio
MI HIJA BEATRIZ EN BICICLETA
Cuando veo a Beatriz en bicicleta
siento que todas las mujeres son aladas
y en sus ruedas están incorporadas
las alas invisibles del planeta.
Amazona mi hija en su meseta,
que a la carrera reta hasta las hadas,
ángel de amor que en bravas pedaladas
a sí misma se gana en su rabieta.
Beatriz en su bici es una diosa
que desdeña del suelo sus quebrantos,
envidia es de grácil mariposa.
Cuando pasa fugaz embruja a tantos
que aspiran a tenerla por ser rosa,
pero pasa de largo en sus encantos.
Pedro Atienza.
29 agosto, 2016
Uskr
Ains!!! Me he emocionau. Te mereces eso y mucho más, Bea!!!! Por ejemplo, que te demuestren lo que te quieren un poco más
29 agosto, 2016
Bea Atienza
Y a mi me emociona cada día tu maravilloso regalo. Te quiero amigo.
29 agosto, 2016
MartaG
Me ha conmovido este post. Precioso.
29 agosto, 2016
Bea Atienza
Me alegra. Gracias Marta.
29 agosto, 2016
enmanuel
Que manera mas bonita de comenzar la semana… gracias por compartir estas cosas con tus seguidores. además en el dibujo sale tu haskell. eso lo hace mas guapo aun. haaa!!
29 agosto, 2016
Bea Atienza
Me alegra que te guste Enmanuel. Y sí! Óscar y Raquel se encargaron de que saliera Haskell también. Un detalle que me encantó. Gracias por fijarte. 🙂
2 septiembre, 2016
Maite
Precioso post hoy. Preciosa historia
2 septiembre, 2016
Bea Atienza
Gracias Maite.