Los tonos naturales, como los beige, los marrones, los terracota, los pardos, los ladrillo o los castaños proporcionan, sobre todo, una sensación de calidez y tranquilidad. Nos acercan a la naturaleza y, como la madera, nos evocan un mundo sano, confortable y sin sobresaltos. Éstas tonalidades son perfectas para fondos sobre los que hacer destacar otras piezas o estampados…
Estos colores, en su versión más castaña y oscura, tienen la inmensa capacidad de crear un ambiente de lo más cálido, por lo que son perfectos para espacios fríos; y en sus tonalidades más claras llenan el espacio de frescura…
La sensación de continuidad que proporciona una paleta de tonos tierra incrementa el valor de las texturas y las formas de los objetos y las piezas. Por eso, esta gama cromática es especialmente adecuada para vigas, marcos de madera, etc. y requieren acabados que los conserven y enriquezcan, como el trapeado, el peinado o el estuco…
Y además estos colores -que, por cierto, conforman la gama cromática más antigua ya que su pigmento base es la tierra- tienen la capacidad de suavizar cualquier decoración recargada o densos estampados. Vamos, que, como decía al principio, son el fondo y el complemento perfecto con el que equivocarse es casi imposible.
8 junio, 2013
banana
¡Qué bonito! Aunque me encanta este color, siempre me recuerda a mi hermana Naninchi, ella es de esta tonalidad, «sana, confortable y de una gran frescura..además de una elegancia extrema…» ..casi siempre se viste con esos colores…
8 junio, 2013
Bea Atienza
Muy elegantes, como dices. Y discretos y sosegados. Son también una opción estupenda para la ropa, totalmente.