Acertar combinando texturas es una de las claves para que tu casa sea dinámica, vibrante y a la vez acogedora.  Lo mejor es no tener miedo a la hora de mezclar telas, materiales y superficies. Por ejemplo: el cuero con el ladrillo, la seda con la lana o la rafia con el cristal. O también, suelos suaves y lisos con paredes sin pulir o cojines rugosos con mantas de terciopelo…

Ten en cuenta que la textura no se percibe sólo con el tacto, también con  la vista. Y por eso, las superficies de una sala marcan siempre la diferencia. Paredes, techos y suelos (de ladrillo, micro-cemento, terracota, baldosas, madera etc.) y los elementos arquitectónicos que tenga una vivienda (molduras, barandas, chimeneas, etc.) ayudan también a imprimir texturas. El contraste es una de las claves a la hora de lograrlo y combinar elementos de distinto tacto y aspecto da vitalidad al interior de cualquier habitación. Lo más rápido es echar mano de colchas, alfombras, cortinas y todo tipo de textiles. Fijaos en éstos ejemplos. Todo se combina con inteligencia y las diferentes texturas saltan a la vista…

 

  

  

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