Las casas, los hogares… y sobre todo si nos referimos al que nos ha visto crecer… tienen la extraña pero magnífica capacidad de hacernos sentir protegidos, seguros y aislados de todo lo que nos da miedo o nos preocupa en el mundo. De ahí, que visitar la casa de mamá sea siempre tan reconfortante…
Pocas sensaciones se pueden comparar y mucho menos igualar. Mamá y su casa, la que durante muchos años también ha sido la tuya y en parte siempre lo seguirá siendo, hacen a la vez de refugio. De ahí, que hoy quiera rendirles un homenaje. A mi madre y a su casa. A esos pequeños detalles y rincones que las dos siempre me han procurado para estar bien…
Porque gracias a ellas (y a esos metros cuadrados de una habitación, a esa estantería repleta de libros, a esa esquinita del sofá…) he llegado a comprender lo que es un hogar. Ése lugar del mundo en el que se convierte una casa a la que siempre perteneces, a pesar de no estar…
24 agosto, 2012
Titana
De todos los post, creo que este es el que más me ha emocionado. Opino lo mismo, ir a casa de mamá siempre, SIEMPRE es reconfortante…
Las habitaciones que has mostrado me encantan.
Besitos
24 agosto, 2012
Bea Atienza
Muchas gracias Titana! Y tu comentario me ha emocionado a mi. Un beso!