
Hace tiempo que uno de los viajes que tenemos en la cabeza (mi chico y yo) es recorrer determinadas ciudades de Estados Unidos en coche y, una de nuestras imprescindibles es, sin duda, Nueva Orleans. Esa ciudad entre mística, mágica y libertaria en la que disfrutar (estoy segura) es casi una obligación. Pues bien, eso es precisamente lo que me ha transmitido este magnífico trabajo de reforma e interiorismo realizado allí por Nicole Cota Studio. Un hotel – motel, The Drifter, originario de 1956 que ha sido completamente recuperado y traído a nuestros días pero conservando la esencia del momento y el lugar en el que nació. Me evoca esa sensación nostálgica de la arquitectura de baja altura estadounidense de finales de los 50, eminentemente de ladrillo y llena, en estos casos, de letreros de época y luces de neón. Todo el establecimiento invita a perderse, no sólo por él (que también), sino por la propia ciudad. Es como si te animara a buscar y a descubrir sus misterios mejor guardados. Invita a escaparte y a divertirte. Todo eso en cuanto a emociones, a sensaciones. A nivel formal The Drifter cuenta con 20 habitaciones en total, zonas verdes exuberantes y piscina privada con varios bares y salones comunes. A destacar la mezcla de mobiliario contemporáneo con otro (lógicamente) de esencia midcentury y la apuesta tan fuerte por materiales muy diferentes: azulejos blancos, mosaicos, detalles en madera, baldosas hidráulicas, pavimentos de terrazo, hormigón, ladrillo… Todo, en su conjunto, suma en lugar de restar. Esa es la clave en este caso.
¿Qué me decís? ¿No os parece auténtico? Como os comentaba al empezar no conozco (aún) Nueva Orleans, pero lo que transmite este motel es lo que yo tengo en el imaginario de lo que debe ser aquella ciudad.
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