
Hay una opción para el baño que no a todo el mundo le parece tan cómoda ni funcional pero que a mi, personalmente, me gusta bastante. No es otra cosa que colocar dos espejos iguales sobre el lavabo. Ya sea este uno sencillo o grande o dos individuales. De hecho, sin importar el estilo en cuestión del baño este recurso es totalmente aplicable y correcto.
Cabe también la posibilidad de que los espejos sean distintos entre sí (es decir, no gemelos), pero de esa forma no se potencia tanto la sensación de equilibrio que hoy buscaba traer al blog. Este recurso -además de duplicar la posibilidad de que los usuarios de un baño puedan mirarse frente al espejo a la vez sin molestarse- crea el típico efecto bello que proporciona la simetría. De ella, de la simetría aplicada a espacios interiores y en decoración, os hablé hace ya bastante tiempo pero a veces no está de más volver a pensar en el efecto que con ella podemos llegar a crear.
La repetición exacta de elementos (¿recordáis los trucos de estilismo de los que os hablé que nunca fallan?) gusta a la vista y evoca, no sólo una sensación de proporción y elegancia natural, sino otra de firmeza y serenidad que mucho tiene que ver también con una sensación misteriosa de seguridad.
Y a vosotros, ¿os gusta esta opción decorativa para el baño?
24 junio, 2016
enmanuel
¡Excelente idea para baños compartidos… además lo del equilibrio me parece importante a la hora de decorar. PD: Un diez.
25 junio, 2016
Bea Atienza
Para baños compartidos y no compartidos. Los espejos gemelos es un recurso muy bueno para todo tipo de baños. 🙂
Un abrazo.