De estética más industrial, más rústica, más shabby o más romántica. Sean del estilo que sean, los patios cubiertos o las clásicas galerías ganadas para expandir nuestra zona habitable (si es que hablamos de apartamentos y no tanto de casas unifamiliares) siempre me han parecido el sueño de una noche de invierno (más que de verano, como dice la obra de Shakespeare). Me parecen una solución ideal para estas fechas en las que los días ya se van haciendo cada vez más largos, pero todavía hace el suficiente frío como para poder disfrutar de las zonas completamente abiertas al exterior en casas o espacios públicos. Son la solución intermedia con la que podemos estar fuera sin estarlo del todo y, por tanto, evitarnos el fresco pelón, aún disfrutando de vistas abiertas, a veces, incluso directas al cielo.

Este tipo de espacios nacen, en muchas ocasiones, de transformar antiguas galerías anexas a estancias en pisos (que estaban completamente desaprovechadas y en desuso) o de ganar metros cuadrados a jardines o porches en viviendas. En un caso se aprovechan metros desde el interior y, en el otro, desde el exterior. Y en cualquiera de ellos se suelen utilizar pérgolas o estructuras de carpintería configuradas y diseñadas a tal efecto que conforman, a la vez, zonas en su mayoría rectangulares y alargadas. El grado de conexión con el exterior lo marca la superficie (mayor o menor) que queramos destinar para el vidrio dentro de la propia estructura. A mi, a más vidrio, más me gustan. Eso sí, en función del tipo de estructura del que estemos hablando, el grado de intervención o las características de la propia vivienda, necesitaremos de un arquitecto (o no) que nos la proyecte en el inmueble. El resultado es un rincón para el ocio y el relax de puro lujo.

Y a vosotros, ¿os parece una buena idea o solución aprovechar zonas interiores o exteriores de casa de esta manera?

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