Es curioso como, en ocasiones, el cuerpo te pide casa. Pero sólo casa. Hasta aquellos que no se consideran caseros tienen -de vez en cuando- esa necesidad. Dejar pasar las horas muertas de un día cualquiera sin pisar el exterior. Rodearte sólo de las paredes blancas (o no) de tu hogar y conseguir estirar los minutos hasta casi convertirlos en horas. Danzar de un lado a otro dentro de ella. No tener un rumbo fijo, ni una tarea predeterminada. Tumbarte aquí o allá. Disfrutar cada rincón y descubrir esos otros que -aún estando siempre ahí- no habías tenido tiempo de vivir y experimentar de determinada manera. Caminar descalza, leer, dormir, paladear un buen café cobijada por esa manta… y hasta mirar durante tiempo -con la mirada de esos que observan de verdad- la foto tan especial que un día enmarcaste para colgar presidiendo tu salón o dormitorio y que por el ajetreo cotidiano en ocasiones (y siempre más de las deseadas) se te despista venerar.

Así es, al menos, mi necesidad de no salir de casa. Un reclamo en toda regla de mi propio hogar; porque, sí, estoy convencida que -de alguna manera- es ella quien ordena a mi cuerpo quedarse ahí. Dedicarle mi tiempo, mi atención y mis deseos porque luego es ella la que siempre (SIEMPRE) me los sabe devolver. Eso es lo que más me gusta y admiro de mi hogar: que me conoce, me comprende, nunca me cuestiona y me alivia y repara. ¡Y qué hay más importante que eso!, me pregunto yo. Porque cuando uno necesita descansar, necesita descansar. Punto.

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Yo, hoy, me quedo en casa. ¿Y vosotros?

3 Comments

  • 9 diciembre, 2015 Responder

    In a Trendy Town

    Nosotras lo hicimos hoy, ayer tocó excursión por un pueblito de montaña para comer y recomer sus platos típicos.

  • 10 diciembre, 2015 Responder

    Original Flor

    Las veces que estas en casa siempre esta bien y mas si a fuera hace frío pero recorrer pueblitos con encanto no tiene precio!

  • 28 diciembre, 2015 Responder

    Mariajesús Tobío

    Desde luego que sí. Yo me quedo en casa y voy de aquí para allí. Como dices tú, voy de un rincón a otro. Con mil actividades que me voy encontrando, y haciendo. Olvidándome de si fuera hace frío, llueve o hace sol. Voy cambiando cosas de sitio, ordenando, limpio algo, coloco… y todo queda estupendo de nuevo. Me siento en el sofá de arriba, en el puf de la habitación, en la alfombra…cojo este libro…. estas pinturas… hago unas manualidades… ay la planta que quiere agua… Y veo que a mis niñas les pasa lo mismo. Están deseando que nos quedemos un día completo en casa, en pijama o no, peinadas o no, pero sobre todo descalzas y sin horas fijas ni para comer. Lo que el cuerpo nos pida. !Lo pasamos pipa!

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