
¿Recordáis a mi amigo Carlos? ¿Ese al que, desde nuestra asesoría online en decoración e interiorismo, ayudamos con su apartamento de París? ¡Sí, él! 🙂 Pues el otro día, me llenó el móvil de fotos de un programa de decoración que estaba viendo en la televisión francesa: este. (Gracias amigo, sabes que me encanta recibir estas cosas). Eran imágenes de uno de esos espacios, cada vez más habituales de ver en los canales de medio mundo, en los que un presentador con gracia se cuela en viviendas y hogares de gente que tiene gusto, al menos, por lo general (vamos, del tipo de este otro que os recomendé de Netflix).
El caso es que mi amigo Carlos estaba viendo uno de esos programas y descubrió esta casa que no pudo dejar de compartir conmigo fascinado. Es la vivienda de Laurence Renaux-Guez, sexta generación de una sega de ferreteros de Marsella, que tiene un hogar con las comodidades contemporáneas pero que recrea, ¡y a la perfección!, la forma de vida de 1900.
La casa está ubicada en el piso de arriba de la ferretería más famosa de la ciudad francesa: Empereur. Este establecimiento, que ella misma sigue llevando, es ya toda una institución en el país y sus orígenes se remontan -ni más, ni menos- que a 1770. Fueron los antepasados de Laurence quienes lo levantaron y, a día de hoy, sigue vivito y coleando. Así que, como imaginaréis, la casa que esconde ella en el piso de arriba -de unos 100 metros cuadrados- no podía defraudar, ni ser menos de lo que es. Un hogar que recrea la forma de vivir, la sociedad de la ciudad a finales de 1900 y que relata, a través de documentos, imágenes y los objetos singulares que la decoran, una historia familiar y de oficio ferretero de más de dos siglos.
El apartamento, que investigando, por cierto, ha sido fotografiado para publicaciones como Elle Decor o Milk Decoration (de las que he compartido las imágenes), es un tributo maravilloso y fiel a sus antepasados (y los nuestros), que nos traslada en el tiempo y nos enseña piezas cargadas de historia como la bañera de zinc y madera envejecida del baño o la espectacular cocina en acero negro, entre muchas otras. La decoración general del espacio no busca ser pretenciosa, todo lo contrario, y queda completamente dramatizada por las paredes oscuras (en su mayoría) que la visten y rodean. Los muebles rústicos, de pátina envejecida, el suelo de hormigón sin tratar y los textiles a base de lino nos ayudan a hacer un viaje en el tiempo y pararnos a reflexionar sobre lo que realmente resulta esencial o no en un hogar para vivir.
Cada pieza de esta casa, que gira entorno al uso de la madera, el hierro y una paleta cromática que también incorpora el marrón, se ha hecho funcional aún respetado su origen. Esta ha sido la clave, la esencia del éxito de esta fascinante casa con la que se ha creado una atmósfera tan deliciosamente añeja, como habitable en la misma proporción.
¿Qué os parece? ¿Os invita, igual que a mi, a reflexionar sobre cuánto y qué necesitamos en casa a día de hoy para poder habitar? Si queréis, podéis ver la casa en vivo en el minuto 30 del programa de televisión que os comentaba. ¡Os sorprenderá!
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